Ayer nos sorprendía una noticia que seguramente, como su protagonista, no ha dejado indiferente a nadie. Esperanza Aguirre anunciaba ante los medios - con la voz entrecortada y dándole el plus dramático del que tanto gusta - que renunciaba a su cargo como presidenta de la Comunidad de Madrid y a su acta de diputada. Argumentó la madrileña que su decisión estaba basada en una preocupación por su estado de salud, un anhelo de prestar más atención a su familia y la convicción de que la política ha de ser una ocupación transitoria. Sobre el primer punto no hay nada que objetar, pues ya sabemos que Aguirre padeció un cáncer de mama del que fue intervenida con éxito, hace relativamente poco tiempo, motivo que parece contar con el suficiente peso como para abandonar la actividad pública. La preocupación que tiene por su familia es bien conocida por todos, ya que la presidenta ha conseguido colocar a uno de sus hijos como asesor del gabinete del Secretario de Estado de Comercio, puesto que ostenta tras haber sido elegido por el democrático dedo del poder nepótico. También la contratación - aleatoria de nuevo - de una hermana en el Ayuntamiento de Madrid da buena muestra de cuán honda es la responsabilidad de doña Esperanza para con la economía de sus familiares. En cuanto a la transitoriedad con la que concibe la política, digamos que es cuanto menos sorprendente que ésto lo diga una persona que, contando sesenta años de edad, ha pasado más de la mitad cobrando del erario público.
Lógicamente, sospechamos que Esperanza Aguirre, que de tonta no tiene un pelo, no se va sin más. Por el momento, ha anunciado que no renunciará a seguir viviendo a costa del pueblo español y según ha anunciado el Ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, se incorporará al Instituto de Turismo de España, Turespaña, organismo dependiente del citado ministerio. ¡Contradicción en estado puro! La misma señora que se ha encargado de privatizar todo lo que ha podido - y de intentar privatizar lo que no ha podido -, la ultraliberal que reniega del poder del Estado, queriéndolo reducir a la mínima expresión, es quien lleva cobrando sueldos públicos desde hace más de tres décadas y aspira a seguir haciéndolo durante los años que le queden de vida. Dada la coyuntura política actual, la más que probable disgregación del parlamentarismo español y la ambición de la rubia señora, es muy plausible la hipótesis de que esta renuncia obedezca a un premeditado plan de llevar a cabo una escisión en el PP y arrastrar tras de sí a los sectores de mayor corte liberal del partido. Son de sobra conocidas las tensiones internas que la formación popular sufre desde hace tiempo, siendo la marcha de Esperanza Aguirre el ejemplo más patético de ellas. Perdemos con este "abandono" la que posiblemente sea la versión más chulesca, chabacana y barriobajera del panorama político hispano, pérdida que celebramos harto complacidos.
Confiamos en que la 'marcha' de Esperanza Aguirre marque un camino que sea seguido por muchos políticos españoles, siendo nuestro anhelo que la esperada atomización del parlamento de la Nación termine por erradicar de la faz de nuestra Patria a los siempre - y no nos cansaremos de repetirlo - indeseables partidos políticos. Sabemos que el deseo es ambicioso, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Marcvs
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