Reproducimos, a continuación, un texto que nos ha sido remitido por @JONS1931 y que consideramos, por su esquemática exposición del carácter nacional y revolucionario que ha de tener cualquier empresa que pretenda salvar al pueblo con su Patria, merece ser compartido con nuestros lectores. Huelga decir que desde Rutas y Lides Hispanas suscribimos y aplaudimos la integridad del análisis realizado por el autor, no pudiendo añadir nada más a la esencia del mismo.
“Sólo hay para la comunidad nacional un medio de librarse de los instrumentos de poder que la esclavizan, la creación de instrumentos de poder superiores: que los millones de hombres de todas las categorías sociales, que pueden oponer en el momento que quieran por la acción revolucionaria un poder social superior al poder del dinero, tomen conciencia de que ese poder superior se confunde con el poder histórico de la misma comunidad, y él debe llevar a la creación de un órgano propio, el Estado, el Estado libre de la dominación económica, es decir, dominando la economía.
El artificio genial de los amos de la sociedad liberal ha consistido en dejar en pie el poder de la comunidad frente al suyo, sólo bajo la forma abstracta y vana de los votos. La acción revolucionaria puede hacer entrar de nuevo con un irresistible vigor al poder de la comunidad en la escena de la Historia, si no se aparta de su objeto esencial, que consiste en devolver a esta comunidad el órgano propio de su poder, el Estado nuevo capaz de superar los instrumentos de poder surgidos del desarrollo industrial. Los principios de toda tentativa válida de superación de la sociedad liberal deben ser entonces los siguientes: La liberación de todas las categorías sociales que sufren la tiranía económica sólo puede ser lograda por la construcción de un Estado nuevo y la destrucción de la democracia. El Estado nuevo sólo puede ser construido por hombres que sufran directamente el peso de la tiranía económica y sólo puede ser concebido como el instrumento de su liberación. La liberación de la nación será obtenida por el mismo movimiento revolucionario que la liberación dé a las clases sojuzgadas y sobre todo del proletariado…
La conciencia nacional y la conciencia revolucionaria, separadas, erigidas frente a frente, no constituyen, una con mejor título que la otra, las fuerzas dialécticas de la creación del futuro, son tan sólo estériles productos de una sociedad que muere. La conciencia nacional se hace conservadora, es decir, asocia estúpidamente al esfuerzo para perpetuar la realidad nacional el esfuerzo para conservar en ella el poder de las fuerzas que la destruyen; la conciencia revolucionaria se hace antihistórica y antinacional, es decir, trabaja para aniquilar lo que quiere libertar.
Las mismas palabras “nacional” y “revolucionario” han sido a tal punto deshonradas por la demagogia, la mediocridad y el verbalismo, que son ya recibidas en Francia con una indiferencia bastante parecida al disgusto. El problema consiste hoy en superar esos mitos políticos fundados sobre los antagonismos económicos de una sociedad dividida; en libertar al nacionalismo de su carácter “burgués” y a la revolución de su carácter “proletario”; en interesar de una manera orgánica y total a la nación en la revolución, ya que sólo la nación es capaz de llevarla a cabo; en interesar igualmente a la revolución en la nación, ya que sólo la revolución puede salvarla.”
Thierry Maulnier
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