viernes, 12 de octubre de 2012

España, nación imperial

Hoy se cumplen 520 años desde que las primeras naves castellanas avistaran tierras americanas, momento en el que la Historia de España daría un giro copernicano, iniciándose un período ascendente que culminaría con la mayor plenitud que haya alcanzado nación alguna en la Historia Universal. Comenzaba así la andadura del Imperio Hispánico. Se aborda esta fecha desde muy diferentes puntos de vista, algunos de los cuales analizaremos de forma breve a continuación.

En primer lugar está el planteamiento antiespañol. Parte esta postura de mentiras históricas y falaces razonamientos que conviene puntualizar. Quienes se encuadran en este lugar hablan de genocidio, de imposición y de opresión de pueblos, argumentando una superioridad técnica por parte de los castellanos que los hacía invencibles ante los indígenas. Huelga reconocer que se cometieron excesos - excesos que condenamos de manera absoluta y firmísima - durante la conquista de América, pero hay que contextualizar esos sucesos. Oficialmente, las Leyes de Indias dictadas por la monarquía española reconocían para los nativos el status de súbditos de la Corona de Castilla, imposibilitando su esclavización, una costumbre más que extendida por todos los países colonizadores. En el siglo XV esta legislación proteccionista para con los indios merece ser contemplada con asombro por su carácter novísimo y de respeto total hacia los habitantes americanos, que quedaban equiparados a efectos sociales con los propios hombres que los estaban conquistando. Muestras de esta actitud mostrada por los castellanos las hallamos, por ejemplo, con el mestizaje, que nos regaló los primeros humanos fruto de la combinación del hombre blanco y el amerindio, la incorporación de los indios a la Universidad, el activismo de Fray Bartolomé de las Casas en favor de la protección y del bienestar de los indígenas o con casos como la orden del virrey Martín Enríquez de Almansa obligando a los españoles a que atendieran médicamente a los chichimecas mejicanos durante una epidemia. Obviamente que muchos indígenas cayeron bajo espadas castellanas, cosa comprensible tratándose de una conquista, pero no es menos cierto que juzgar aquellos hechos desde la óptica actual es un error que cualquier persona mínimamente sensata señalará con avidez. Para contrastar la actuación de España en América basta emplear la inglesa, siendo el resultado enormemente favorable a nuestro país. Tan sólo es necesario comparar las poblaciones amerindias del Perú o de Bolivia, las cuales rozan -superando en algunas regiones - el 50% con la de los EE.UU. que no llega ni al 1%. Causa de esta enorme diferencia es la asimilación de los indígenas por parte de españoles e ingleses, pues mientras éstos practicaron un exterminio concienzudo de los nativos de América del Norte, aquéllos incorporaron a los amerindios a la conciencia hispana, haciéndoles partícipes de los destinos de España. Creemos queda con esto rebatida la posición antiespañola, que bebe de la Leyenda Negra y se sustenta en jucios ex tempore que no aceptamos como válidos.

Existe también la visión colonialista. En este marco se encuentran aquellos españoles que, mostrando una ignorancia supina en lo relativo a la materia histórica, creen ver en el pasado imperial una suerte de dominio hispano sobre las Américas y sus pobladores, creyendo a éstos como simples propiedades de España. Suelen mostrar estas personas una cerril concepción del nacionalismo español y una absurda xenofobia que considera que gracias a los castellanos se llevó la "luz de la civilización" a aquellos "salvajes", considerados seres inferiores al hombre blanco. No se puede aceptar esta visión del Imperio Hispánico porque este tipo de "imperio"  corresponde al definido por Inglaterra, cuyo colonialismo se basó en el exterminio de las poblaciones nativas y la total ausencia de valores sobrehumanos con los que sumar a los indios a la causa imperial. España fue una nación auténticamente imperial en tanto que aunó a un mismo tiempo la expansión geográfica, la asimilación de los pueblos conquistados y la capacidad de imprimir un carácter universal a su empresa.

Por último, exponemos una tercera visión, que hacemos nuestra. Abogamos por una mirada limpia y centrada de lo que fue y es el potencial imperial de España, asumiendo los abusos cometidos pero no pretendiendo juzgarlos con cinco siglos de retraso, del mismo modo que, habiendo sufrido la Península Ibérica invasiones de romanos, musulmanes o los ejércitos napoleónicos, a nadie se le ocurre pedir responsabilidades ahora a Italia, los países arábigos o Francia. Preferimos extraer las características positivas de la conquista, entre las que se destaca genialmente el nacimiento de la Raza Hispana, una comunidad compuesta a su vez por diferentes razas humanas que comparten una serie de ideales comunes propios. Nuestro racismo es inexistente, acogiendo fraternalmente a los pueblos hispanoamericanos y estando dispuestos a asumir una camaradería interracial. 

En nuestra calidad de españoles, debemos hacer nuestras las palabras de Ramiro Ledesma cuando recordaba que "ahí está la América hispana. Pueblos firmes, vitalísimos, que son para España la manifestación perpetua de su capacidad imperial. Nuestro papel en América no es, ni equivale, al de un pueblo amigo, sino que estaremos siempre obligados a más. Nosotros somos ellos y ellos siempre serán nosotros." Siendo europeos, no podemos de ninguna manera desentendernos de nuestros hermanos de ultramar. España tiene esa formidable cualidad, la suerte de ser una nación necesariamente imperial, no pudiendo ceñirse ni tan siquiera a un sólo continente. Estamos condenados - afortunadamente condenados - a aspirar al Imperio. 


¡¡¡Viva la Raza!!!


Marcvs




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